¿Qué está pasando en la Iglesia?

La respuesta la da L. Alberto Villasana en estos dos artículos [Los corchetes en rojo son nuestros]

I – Crece entre obispos y cardenales la opinión de que Bergoglio no es Papa, debido a irregularidades en el proceso de renuncia-sucesión. Se aducen cuatro causas de nulidad canónica:

1) la resignación de Benedicto XVI no fue válida, al haber sido hecha bajo la presión de dos amenazas, de cisma y de vida;

2) Cuatro cardenales hicieron trabajo de “cabildeo” a favor de Bergoglio, lo cual está explícitamente prohibido por la Constitución que norma la sucesión pontificia;

3) Durante el Cónclave de 2013 se cometieron dos irregularidades muy graves que hacen inválida la elección de Francisco.

4) Manifestar una herejía contra el magisterio hace que automáticamente deje de ser Papa según el derecho canónico, como bien argumenta san Basilio doctor de la Iglesia. Esta herejía es creer que la gracia pos si solo no es suficiente, argumentar una situación de pecado como mal menor y el administrar la comunión en ese estado de enemistad con Dios cambiando la Ley dada por Dios que es inmutable.

El Cardenal George Pell insinuó que Francisco bien podría no ser el Papa 266 como todos creen, sino el antipapa 38 en la historia de la Iglesia.

>Tres bombas han explotado dentro de la Iglesia Católica. Se trata de testimonios que documentan por qué Bergoglio pudiera en realidad no ser verdaderamente Papa.

Una de ellas fue la publicación de L´Avennire, el periódico de los obispos italianos que, en su gaceta del 7 de enero de 2015 reveló que Benedicto XVI fue objeto de una traición y de una conjura, mediante las cuales lo coaccionaron para dimitir. En la página 2, sección editorial a cargo del director Marco Tarquinio, se lee: «hubo ambientes que por motivos de poder y hostigamiento, traicionaron y complotaron para eliminar al Papa Ratzinger, y lo obligaron a renunciar».

-Ya el jesuita Arnaldo Zenteno, en el número 3 de su «Informe», había revelado que cuando el recién electo Francisco fue a Castel Gandolfo para visitar a Benedicto XVI, este último le confió que una de las causas que influyeron en su renuncia fue constatar las amenazas que recibió, pues ya se había tomado la decisión de matarlo. Fue por esto que, en una jugada para neutralizar el atentado, hizo pública su renuncia y así desarmó el intento de homicidio. Eso ya hace que una elección no sea «libre».

-Pero más grave que la amenaza de muerte (pues Ratzinger nunca ha temido dar la vida por Cristo), fue la amenaza de un cisma, por la que le hicieron saber que tenían una lista con firmas de sacerdotes, religiosos, obispos y cardenales modernistas prontos a constituir una nueva Iglesia separada de Roma si él no aceptaba sus exigencias.

-[Pudo haber otro factor más: La quiebra que iban a provocar sobre el Banco Vaticano si no dimitía. Lo recoge Villasana en el siguiente artículo]

Desde el punto de vista estratégico humano, el movimiento de Benedicto XVI de renunciar fue magistral, a la vez de inesperado, pues haciéndose a un lado desinfló la amenaza que se cernía sobre la Iglesia. Y, de paso, sobre su persona.

El problema está en que, al haber renunciado en parte por esa presión (declaró en su discurso de anuncio no tener la edad y las fuerzas para enfrentar algo «grave» de la Iglesia), su decisión no fue del todo libre, por lo que canónicamente el acto es nulo por inexistencia. Ciertamente él dijo que renunciaba «libremente», sin duda con el objeto de no causar un escandaloso terremoto en la Iglesia, y tal vez porque quiso autoconvencerse de su «libertad», pero la resolución que adoptó está viciada in radice (desde su raíz) por esa violencia moral, lo cual anula la validez del hecho. Cualquier canonista conoce esto a la perfección.

Además, existen sobrados indicios de que Benedicto XVI era consciente de que, a pesar de ese movimiento magistral, seguiría siendo el Vicario de Cristo, y que solo estaba renunciando a los cargos administrativos del papado.

En su discurso de despedida de la curia, el 27 de febrero, el día anterior a tomar el helicóptero y retirarse temporalmente a Castel Gandolfo, habló de la vocación que recibió de Dios al haber sido electo Papa el 19 de abril de 2005. Allí dijo (párrafo 23) que el llamado que recibió de Cristo es ad vitam, y que nunca podrá renunciar a él (como siempre lo entendieron todos los Papas en la historia de la Iglesia): «El «siempre» es también un para siempre–no hay ya un retorno a lo privado», dijo claramente.

Además, estableció ante los órganos jurídicos de la Iglesia que él conservaría la sotana blanca, mantendría el apelativo «Su Santidad», conservaría las llaves de Pedro en su escudo, y seguiría siendo Papa, añadiendo simplemente el apelativo «emérito». Esto es muy significativo pues, cuando el Papa Gregorio XII renunció, volvió a ser cardenal, y cuando el Papa Celestino V renunció, volvió a ser monje religioso. No lo decidió así Benedicto XVI. En recientes declaraciones, por medio de su secretario y por su misma boca, ha ido explicando poco a poco mejor este Magisterio papal.

La segunda bomba, hablando cronológicamente según sucedieron los hechos, no según fueron publicados, es el libro «El Gran Reformador» de Austen Ivereigh, que revela cómo un grupo de cuatro cardenales liberales (Walter Kasper, Karl Lehmann, Godfried Danneels y Cormac MurphyO´Connor) se asociaron para orquestar ilícitamente una campaña a favor de la elección de Bergoglio, después de que éste último aceptó ser el beneficiario de esa confabulación. Cabe mencionar que Ivereigh es gran admirador de Francisco, y que e incluso acudió al Vaticano para entregarle personalmente un ejemplar de su libro, sin pensar que en el capítulo 9 «El Cónclave«, en el que narra cómo el grupo de cardenales que denomina el «Team Bergoglio«, hicieron una campaña de cabildeo ilegítima para allanar el camino al candidato argentino, la cual compromete la legitimidad de la elección.

Seguramente Ivereigh no sabía que la Constitución que rige los cónclaves, la Universi Dominici Gregis, establece penas de excomunión latae sententiae (es decir automática, sin necesidad de declaración por parte de nadie) para los cardenales que promuevan votos a favor de algún otro cardenal (Art. 81, 82, 83).

Los responsables de ese cabildeo estuvieron excomulgados de inmediato, ipso facto, y eo ipso, según el Derecho Canónico, y dejaron de formar parte de la Iglesia. Más aún, la Constitución señala que también la persona que aceptó ese lobbing quedó excomulgada. Es decir, el mismo Bergoglio habría estado, según el Derecho Pontificio, fuera de la Iglesia al momento de su elección.

La tercera bomba fue la publicación de dos libros que dan a conocer graves irregularidades que se cometieron en el cónclave que eligió a Francisco. El primero es el libro de Elisabbeta Piqué (biógrafa autorizada de Bergoglio desde Argentina) titulado «Francisco, vida y revolución«. Piqué supo, por el mismo Francisco, lo que sucedió dentro del cónclave. El otro libro es del famoso vaticanólogo Antonio Socci «Non è Francesco» (El Papa no es Francisco).

Las revelaciones de Piqué son tan consideradas como provenientes de Francisco, que el Osservatore Romano, periódico oficial de El Vaticano, publicó el capítulo en que se narra la forma en que se desarrolló el cónclave. También hizo lo mismo Radio y Televisión Vaticana. Y es que Bergoglio, al ser electo Papa, sintió que la amenaza de excomunión -que recae sobre cualquier cardenal por revelar lo sucedido en el cónclave- ya no le afectaba, y le narró a la periodista cómo sucedieron las cosas dentro de la Capilla Sixtina.

La narración: En el cónclave, la tarde del 13 de marzo, en la cuarta votación del día, aparecieron 116 votos, cuando solo había 115 cardenales en el aula. Un cardenal metió una papeleta de más. Esa cuarta votación la ganó el Cardenal Angelo Scola de Milán (la misma Conferencia Episcopal Italiana emitió un boletín felicitando a Scola por haber sido electo Papa). La votación se anuló indebidamente. El sitio de Angelo Scola publicó que el recién electo Papa tomó el nombre de Juan XXIV. Lo replicó también Wikipedia. A los pocos minutos ambos sitios quitaron ese resultado. (Nota mía: Llega a parecer hasta una treta de estos 4 cardenales que no querían perder, pues Bergoglio cumpliría 80 dentro de pocos años y era su candidato preparado por largo tiempo, el poner una papeleta demás, tal vez puesta después, como excusa para impugnar un resultado desfavorable a sus intereses y repetir, cuando eso no es lo que manda la Constitución). Lo que es cierto es que estos hechos ocurrieron y así lo comentó la Biografía autorizada y hasta el periódico del Papa.

Ahora bien, la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis (Art. 69) establece que cuando hubiera dos papeletas dobladas como proviniendo de un mismo cardenal y tuviesen el mismo nombre o uno estuviese en blanco, se debe contar como un solo voto. Si, en cambio, lleva dos nombres diversos, se anulan ambas papeletas y ninguno de los dos votos es válido. Pero claramente establece: «en ninguno de los dos casos se deberá anular la elección».

En este caso, hubo una papeleta blanca de más. Y no se siguió lo establecido, sino que se anuló la elección, cosa que estaba expresamente prohibido. Claramente se han saltado el Derecho Canónico. Hay quien pueda pensar que estos son minucias ante un hecho tan importante como un papado o ante una persona tan influyente como Bergoglio. Nada más lejos de la realidad; esto vale para todos, y sólo los rectos de corazón podrán ver las consecuencias de un error así, aceptarlas y ser consecuentes con la verdad.

Contraviniendo las disposiciones de la Constitución, la cuarta votación se declaró nula, obligaron al Cardenal Angelo Scola, recién electo Juan XXIV, a renunciar y regresar a la Capilla Sixtina, y se procedió a una quinta votación, en la que salió electo Jorge Mario Bergoglio.

Esa fue la segunda irregularidad del cónclave, pues la Constitución establece (Art. 63) que sólo debe haber cuatro votaciones cada día, dos por la mañana y dos por la tarde.

La situación de que la designación de Bergoglio pudiese ser efectivamente inválida resulta clara, según dicen los canonistas, si nos atenemos al artículo 76, el cual afirma que: «Si la elección se llevase a cabo de forma diversa a como está prescrito en la presente Constitución, o no se hubieren observado las condiciones establecidas, la elección es, por ello mismo, nula e inválida, sin que intervenga ninguna declaración a propósito y, por lo mismo, ésta no confiere ningún derecho a la persona elegida».

Es necesario releer el discurso del Papa Benedicto XVI del 27 de febrero de 2013, el día anterior a retirarse y tomar el helicóptero hacia Castel Gandolfo, en el cual dio a conocer los alcances de su renuncia. En ella declaró: «La gravedad de la decisión ha sido propiamente el hecho de que desde aquel momento (el de su elección como Papa, en 2005) estuve comprometido para siempre con el Señor«. Es decir, Benedicto tenía claro que no podía renunciar a su vocación como Vicario de Cristo (un cargo espiritual que es ad vitam), y sólo renunciaba a los cargos administrativos del papado. (Nota mía: En diferentes declaraciones posteriores, tanto el Secretario personal como el propio Benedicto ha confirmado lo de la dualidad del Papa y de que su Papado espiritual continúa, habiendo renunciado a la Administración.)

[Pero si realmente Benedicto XVI estuviera convencido de que su renuncia era sólo administrativa, tendría el gravísimo deber moral de explicarlo a la Iglesia, y no apoyar la figura de Francisco como si este fuera auténtico Papa. De la misma forma hubo de conocer las irregularidades de la elección. ¿No tendría el grave deber de denunciarlas?]

Este cúmulo de evidencias llevó al Cardenal George Pell a declarar que Francisco bien podría ser el 38 antipapa en la Historia de la Iglesia, y no el Papa 266, como la inmensa mayoría cree.

>Por último, cabe señalar que, si bien todo lo anterior pudiera ser objeto de duda o descrédito, toda argumentación en contra se terminó cuando el cardenal Danneels reconoció, en su biografía (y de su propia boca se puede escuchar en la presentación del libro en Alemania y se puede ver en internet), que él y un grupo de cardenales complotaron para que Ratzinger no llegara al poder y, para hacerlo renunciar una vez que éste sí llegó al Papado. Este grupo, él mismo lo denominó como «club mafia».

Así describieron algunos santos y místicos el cisma que sacudirá a la Iglesia, y que podría tener mucho que ver con la herejía papal que estamos presenciando:

• San Francisco de Asís: «Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma en la Iglesia».

• Beata Ana Catalina Emmerick (religiosa agustina): «Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia (…) Esto causará el cisma más grande que se haya visto en la Historia«. • Sor Lucía de Fátima: «Habrá cardenales contra cardenales, obispos contra obispos; Satanás marchará en medio de ellos«.

(Nota mía: Esto dicho por santos y místicos podría alargarlo muchísimo pues hablan bastantes santos del tema.) Hay que estar atentos a lo que sucederá en la tercera y cuarta luna de sangre. Y hay que rezar mucho por la Iglesia, la cual se encuentra en medio de una acre tempestad.

Y el más importante, la revelación de la Santísima Virgen en La Salette: «Roma perderá la Fe, y se convertirá en la sede del Anticristo».

Sobre la herejía proclamada en Amoris Laetitia de dar la Comunión a quien permanece objetivamente en pecado mortal, se explica muy bien en Internet, entre muchos sitios, en la página del periódico Infocatólica, por el buen teólogo Jose María Iraburu.

[En este artículo, L.A. Villasana se centra en datos objetivos del proceso de elección de Francisco I; datos que podríamos llamar “materiales”. Pero si queremos responder de un modo más completo a la pregunta que encabeza el artículo, hemos de traer a este examen el método infalible que nos da Cristo Jesús en el Evangelio: “Por sus obras los conoceréis” (Mt 7,20).

Claro está que para analizar las palabras y las obras de Francisco I, sus gestos de humildad llamativa, sus despropósitos y ambigüedades, su desconocimiento del Catecismo (No sabía que una luterana no puede comulgar aunque su marido sea católico) y de la Palabra de Dios (varias veces refirió que S. Pablo se gloriaba de sus pecados y de la Cruz de Cristo; algo falso, absurdo y demencial que nos hace pensar: ¿Habrá perdido Francisco el sentido del pecado?), sus opiniones heréticas (judíos, sacramentos, novísimos,…), su cosecha de alabanzas por parte de los enemigos de la Fe (¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Lc 6,26), su actuación inmisericorde con los defensores de la Tradición de la Iglesia, su obsesión ecuménica e interreligiosa (objetivos propios del masónico Nuevo Orden Mundial), sus injerencias dictatoriales (Franciscanos de la Inmaculada, Referéndum de Colombia, destitución del Gran Maestre de la Orden de Malta,…),… haría falta un grueso libro. Recomendamos acudir en internet al Denzinger Bergoglio.

¡Veni, Sancte Spiritus! Marán athá.]

II – Carta de Católicos a Donald Trump

El 20 de enero de este año, un grupo de prominentes católicos dirigió una carta al recién electo presidente Donald Trump para pedirle que investigue las presiones a las que fue sometido el Papa Benedicto XVI, por parte de la administración Obama y de la izquierda estadounidense, para obligarlo a renunciar.

La presión en la que, según la carta, habrían participado la National Security Agency, John Podesta, George Soros, Sandy Newman, Hillary Clinton y Joseph Biden, para configurar una «primavera católica» y cambiar el «régimen medieval» de la Iglesia, se suma al complot del «Club Mafia» dado a conocer por el cardenal Danneels, a la amenaza de muerte dada a conocer por el cardenal Paolo Romeo, a la amenaza de cisma por parte de jerarcas alemanes y al bloqueo de las transacciones SWIFT al Banco Vaticano, todo lo cual hace ver, con una claridad meridiana como nunca, que la renuncia del Papa Benedicto XVI fue verdaderamente inválida, desde el momento en que hubieron al menos cinco tremendas presiones para obligarlo a abdicar de la Sede de Pedro.

George Soros, Barack Obama, Hillary Clinton, Newman y Biden orquestaron un golpe de estado en el Vaticano para derrocar al «conservador» Papa Benedicto y reemplazarlo con el radicalmente izquierdista Bergoglio, según un grupo de líderes católicos que citan evidencias de varias fuentes, incluyendo correos electrónicos de WikiLeaks.

La carta, fechada el 20 de enero, está firmada por los católicos David L. Sonnier, teniente general del Ejército Estadounidense, el abogado Christopher A. Ferrara, presidente de la American Catholic Lawyers Association, Michael J. Matt, editor del diario católico The Remnant, Elizabeth Yore, fundadora de YoreChildren y Chris Jackson, presidente de Catholics4Trump.

El grupo de líderes católicos cita nuevas evidencias descubiertas en los correos electrónicos publicados por WikiLeaks para reclamar que el Papa Benedicto XVI no renunció por iniciativa propia, sino que fue expulsado de El Vaticano por un golpe de estado que el grupo de investigadores llama la «primavera católica.»

Soros, Obama y Clinton utilizaron la maquinaria diplomática, el músculo político y el poder financiero de los Estados Unidos para coaccionar, sobornar y chantajear el «cambio de régimen» en la Iglesia Católica para reemplazar a Benedicto XVI por Bergoglio, quien desde entonces se ha convertido en un portavoz de la izquierda internacional para engañar a los católicos de todo el mundo.

El complot llegó al punto de cancelar las transacciones SWIFT de El Vaticano, código sin el cual a partir de enero de 2013, ningún turista podía pagar en los museos vaticanos, ningún empleado de El Vaticano podía sacar su sueldo de un cajero automático, y se suspendieron todas las transacciones electrónicas entre El Vaticano y cualquier país del mundo. El sistema se reestableció el 12 de febrero de 2013, al día siguiente que Benedicto XVI renunció. Aparte de esa presión financiera, durante esos mismos días lo intentaron envenenar.

El grupo de líderes católicos pide en su carta al presidente Trump que lance una investigación oficial sobre las actividades de George Soros, Barack Obama, Hillary Clinton y otros que, ellos alegan, estaban involucrados en la orquestación de la «primavera católica» que resultó en su objetivo de «cambio de régimen» en El Vaticano.

Los líderes católicos citan ocho preguntas específicas, que tratan de responder sobre los acontecimientos sospechosos que llevaron a la renuncia del Papa Benedicto XVI.

«En concreto, tenemos razones para creer que el cambio de régimen del Vaticano fue diseñado por la administración de Obama«, dicen los peticionarios.

«Estábamos alarmados al descubrir que durante el tercer año del primer mandato del gobierno de Obama, su anterior oponente, la secretaria de Estado Hillary Clinton y otros funcionarios gubernamentales con los que ella se asoció, propusieron una «revolución católica en la que se realizaría la desaparición final de lo que quedaba de la Iglesia Católica en América«.

La carta incluye enlaces a documentos e historias de noticias que subrayan sus afirmaciones. Primero, llama la atención a los notorios correos electrónicos de Soros-Clinton-Podesta revelados el año pasado por WikiLeaks, en los que Podesta y otros progresistas discutieron el cambio de régimen para eliminar lo que describieron como la «dictadura de la Edad Media» en la Iglesia Católica.

Respecto a los correos electrónicos de Podesta, The New American informó en octubre de 2016 lo siguiente:

«Podesta, un antiguo asesor y confidente de Clinton y activista de izquierda del financiador de izquierda George Soros, reveló en un correo electrónico de 2011 que él y otros activistas estaban trabajando para llevar a cabo una revolución de «Primavera Católica» dentro de la Iglesia Católica. Una obvia referencia a los desastrosos golpes de la «Primavera Árabe» organizados ese mismo año por el equipo Obama-Clinton-Soros que desestabilizó Oriente Medio y llevó a los regímenes islamistas radicales y grupos terroristas al poder en la región. El e-mail de Podesta es una respuesta a otro radical financiado por Soros, Sandy Newman, fundador de las voces progresistas «Por el Progreso». Newman había escrito a Podesta buscando consejo sobre la mejor manera de «plantar las semillas de la revolución» en la Iglesia Católica, que describió como una «dictadura de la Edad Media».

John Podesta, director de campaña electoral de Hillary Clinton, está directamente relacionado con el «pizzagate», el escándalo que llevó a la derrota de la candidata demócrata al revelar que ambos están involucrados en una red de prostitución infantil en la que participan políticos de alto nivel. Por esta revelación, los católicos estadounidenses le retiraron su voto dos díasantes de la elección. Podesta y Hillary están también envueltos en el escándalo de la secta satánica, según la invitación de Podesta, filtrada también por WikiLeaks, en la que éste último invita a una cena en la casa de Marina Abramovic, en la que el menú contenía «leche materna, sangre y semen fresco». Esta filtración también impactó la campaña de Hillary pocos días antes de la elección.

En su carta al presidente Trump, el grupo de dirigentes católicos escribe:

«Aproximadamente un año después de esta discusión por correo electrónico, que nunca se pretendía hacer pública, encontramos que el Papa Benedicto XVI abdicó bajo circunstancias muy inusuales y fue reemplazado por un Papa cuya aparente misión es proporcionar un componente espiritual a la agenda ideológica radical de la izquierda internacional. El Pontificado del Papa Francisco ha cuestionado su propia legitimidad en multitud de ocasiones».

«Seguimos desconcertados por el comportamiento de este Papa cargado de ideología, cuya misión parece ser una de las agendas seculares de la izquierda, en lugar de guiar a la Iglesia Católica en su misión sagrada. Simplemente no es el papel apropiado de un Papa, involucrado en la política hasta el punto de que se le considere como el líder de la izquierda internacional«, dicen en su misiva.

Y continúan: «Con todo esto en mente, y deseando lo mejor para nuestro país, así como para los católicos en todo el Mundo, creemos que es responsabilidad de los católicos leales e informados de los Estados Unidos, para solicitarle que autorice una investigación sobre las siguientes preguntas:

-¿Con qué fin estaba monitoreando la Agencia Nacional de Seguridad el cónclave que eligió a Francisco?

-¿Qué otras operaciones encubiertas fueron llevadas a cabo por los agentes del gobierno de Estados Unidos con respecto a la renuncia del Papa Benedicto XVI o el cónclave que eligió al Papa Francisco?

-¿Los agentes del gobierno estadounidense tuvieron contacto con la «Mafia del Cardenal Danneels»?

-Las transacciones monetarias internacionales con el Vaticano fueron suspendidas durante los últimos días antes de la renuncia del Papa Benedicto XVI. ¿Hubo alguna agencia gubernamental estadounidense involucrada en esto?

– ¿Por qué se reanudaron las transacciones monetarias internacionales el 12 de febrero de 2013, un día después de que Benedicto XVI anunciara su renuncia? ¿Era pura coincidencia?

– ¿Qué acciones, en su caso, fueron tomadas por John Podesta, Hillary Clinton y otros vinculados a la administración Obama que participaron en la discusión proponiendo el fomento de una «primavera católica»?

– ¿Cuál fue el propósito y la naturaleza de la reunión secreta entre el Vicepresidente Joseph Biden y el Papa Benedicto XVI en el Vaticano el 3 de junio de 2011?

– ¿Qué papeles fueron desempeñados por George Soros y otros financieros internacionales que pueden estar residiendo actualmente en el territorio de los Estados Unidos? «

La investigación que el grupo de líderes católicos está pidiendo al presidente Donald Trump debe ser de interés para todos los católicos, pues la capacidad de George Soros de cooptar figuras políticas de primer orden para ayudar a los planes radicales de crear «primaveras» para derrocar líderes, subvertir los estados-nación y provocar «cambios de régimen» en todo el mundo es bien conocida. Pero su capacidad para forzar el «cambio de régimen» en la Iglesia Católica, una institución supuestamente impenetrable, plantea serias dudas sobre su potencial de cara a la estabilidad global. La investigación, nos sumamos, debe comenzar de inmediato. Aquí el texto: carta.

Esta nueva revelación, se suma a las ya expuestas por este autor, por las cuales es fácil deducir que, canónicamente hablando, la renuncia del Papa Benedicto XVI fue inválida, por lo que él nunca ha dejado de ser el verdadero Papa.

A. M. D. G.

ENCUENTROS EUCARÍSTICO MARIANOS


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