(“Revelaciones Celestiales” a Sta. Brígida de Suecia –Copatrona de Europa- libro 4º, capítulo 42)
Espantosa sentencia y condenación de un hombre y de una mujer que vivían mal amistados, y aclaración que fue hecha de la visión por medio del ángel.
Estando en oración vi un hombre que tenía los ojos fuera de las órbitas y pendían de los nervios debajo de las mejillas. Tenía orejas de perro y narices de caballo, boca de lobo hambriento, manos de buey muy grande y pies de buitre. Hallábase junto a él una mujer, cuyos cabellos parecían zarzas; tenía los ojos en la nuca, cortadas las orejas y las narices llenas de sarna y lepra; los labios eran como dientes de serpiente, y en la lengua tenía un aguijón venenoso; las manos eran como dos colas de víbora y los pies como dos escorpiones.
Viendo esto, y no en sueños, sino muy despierta, dije para mí: ¿Qué será esto? Y entonces oí una voz muy suave que me consoló de tal modo, que disipó todo mi temor y me dijo:
–¿Qué piensas que es lo que estás viendo? Y respondí:
–No sé si estos que estoy viendo son demonios, o bestias que las crio Dios con esta fiereza, o si serán hombres formados de este modo por Dios. Y me contestó la voz:
–No son demonios, porque los demonios carecen de cuerpo, y ves que estos lo tienen; ni tampoco son animales, pues descienden de la estirpe de Adán; ni Dios los creó de esta manera; pero el demonio trae estas almas a la presencia de Dios con toda la fealdad y como si tuvieran cuerpo, para que tú puedas entenderlo y verlo. Además, yo te declararé lo que significan en espíritu.
Aquellos dos nervios de que colgaban los ojos de aquel hombre, son dos conocimientos que tuvo: uno, con el cual creyó que Dios vivía para siempre, sin tener principio ni fin; otro, con el que creyó que su alma había de vivir para siempre en pena o en gloria.
Los dos ojos significan que debían considerar dos cosas: la una, es cómo debió considerar la manera de evitar el pecado; y la otra, cómo valerse para hacer las buenas obras. Le han sacado estos ojos, porque no hizo buenas obras para ir al Cielo, ni evitó pecados para escapar del Infierno. Tiene también orejas de perro, porque como el perro vuelve la cabeza a cualquiera que lo llama por su nombre aunque no sea su dueño, así éste, sin atender al nombre y honra de Dios, sólo miraba su nombre y honra. Tiene narices de caballo, porque como el caballo huele el estiércol, así este después de haber pecado, se deleitaba en pensar en el mal que había hecho.
Tiene, igualmente, boca de lobo feroz, porque como el lobo no se contenta con hartarse y llenar su vientre del ganado que mata, sino que después de harto, degüella cuantas ovejas encuentra, y las desea tragar; así éste, aunque hubiese poseído todo cuanto veía, todavía ambicionaría lo que oyera que tenían otros. Tiene manos de buey, porque como el buey o el toro, después que ha vencido a su contrario, lo está pisando con la vehemencia del enojo, hasta que le revienta el vientre y le hace pedazos la carne; así éste, cuando estaba lleno de ira, no le importaba quitar la vida a su enemigo, ni que el alma de éste bajase al Infierno, ni que su cuerpo padeciera con la muerte. Tiene, por último, pies de buitre, porque como el buitre cuando tiene entre las uñas algo que le es de gusto, lo aprieta con tanta fuerza, que del gran dolor que recibe, se olvida de lo que tenía entre las manos y lo deja caer; así éste, lo injustamente adquirido, trató de retenerlo hasta la muerte, aun cuando le faltaban todas las fuerzas y se veía en la precisión de dejarlo.
Los cabellos sirven en la cabeza para ornato de las mujeres, y significan la voluntad y buenos deseos que deben tener de agradar mucho al Ser Supremo, pues estos deseos son los que delante de Dios adornan el alma. Pero porque el deseo de esa mujer fue agradar al mundo más que a Dios, tiene por cabellos zarzas y espinas. Tiene los ojos en la nuca, porque apartaba los del alma de las cosas que la bondad de Dios le había hecho en criarla, en redimirla y en darle todo lo necesario; pues ella miraba con afán las cosas perecederas del mundo, de las cuales cada día se va uno apartando, hasta que del todo desaparecen de la vista.
Tiene las orejas cortadas, porque no se cuidó de oír sermones ni la Doctrina Evangélica. Las narices están llenas de lepra y sarna, porque como por ellas suele subir el olor suave al cerebro, para que con él se fortifique; así ésta hizo cuanto pudo para fortalecer y regalar su perecedero cuerpo. Los labios parecen dientes de serpiente, y en su lengua hay un aguijón venenoso; porque como la serpiente tiene muy cerrados los dientes para defender el aguijón, no sea que se le rompa por cualquier evento, y sin embargo, la inmundicia corre de su boca a los dientes, porque están muy separados; así esta, cerró también la boca y no quiso hacer verdadera Confesión, por no perder el deleite que tenía en su venenoso pecado, con el cual mató su alma como con un aguijón; y la inmundicia de su pecado aparece no obstante a Dios y a sus santos.
Después le dijeron a la Santa:
–Ya te hablé de un matrimonio que se había realizado contra los estatutos y leyes de la Iglesia, y ahora te quiero acabar de declarar lo que fue de él: Las manos de aquella mujer que parecían colas de víbora y los pies escorpiones, significan que la mujer que se casó en ese matrimonio, era tan desordenada, que con todos sus ademanes y acciones escandalizaba al hombre y lo hería peor que un escorpión.
En aquel mismo instante apareció un negro que tenía en la mano un tridente y en un pie tres agudas uñas, y principió a dar voces y a decir: Oh Juez, ya llegó mi hora: he estado esperando y callado, pero ya es tiempo.
Y al punto estando sentado en su tribunal el Juez con innumerable ejército, vi un hombre y una mujer temblando, a quienes dijo el Juez: – Aunque todo lo sé, decid qué es lo que hicisteis. Respondió el hombre:
–Bien sabíamos los impedimentos de la Iglesia para nuestro matrimonio, pero no se nos dio nada de ellos y los despreciamos. –Pues no quisisteis seguir al Señor, dijo el Juez, justo es que sintáis la malicia del verdugo.
Y al punto el negro les clavó una uña en el corazón y los apretó de suerte, que parecía tenerlos en una prensa.
Y dijo el Juez:
–Mira, alma, lo que merecen aquellos que a sabiendas se apartan de su Creador por la criatura.
Y enseguida dijo el mismo Juez a los dos reos:
–Yo os di un cuerpo donde reunieseis el honor de mis delicias, ¿Qué es lo que traéis ahora?
–No hemos buscado más que los deleites de nuestra carne y nuestro vientre, y así no traemos más que confusión y vergüenza.
–Pues dales su pago, dijo el Juez al verdugo, y este les clavó a los dos en el vientre la segunda uña con tanta fuerza, que les atravesó todos los intestinos.
Mira alma, dijo el Juez a santa Brígida, el pago de los que no guardan mi Santa Ley, y en lugar de medicina anhelan el veneno. -¿Dónde está, dijo el Juez a los reos, el tesoro que os presté, para lucrarme con él?
–Pusímoslo debajo de los pies, respondieron ambos, pues buscábamos tesoro de la Tierra y no del Cielo.
–Pues dales lo que sabes y debes, dijo el Juez al verdugo, el cual les clavó la tercera uña en los corazones, vientres y pies de ambos, de modo que los hizo un ovillo, y dijo:
–Señor, ¿adónde he de ir con ellos?
–No es para ti el subir ni el gozar, respondió el Juez. Al punto desaparecieron dando gemidos el hombre y la mujer. Y dijo el Juez a la Santa:
–Alégrate, hija, porque estás alejada de tales cosas.
Destino de cinco hombres que representan a toda la humanidad
[Santa Brígida, Revelaciones, Libro 1º, capítulo 41. Los corchetes aclaratorios son nuestros, lo mismo que la distribución en dos partes: I – Presentación y II – Juicio]
I – PRESENTACIÓN
[Habla Nuestro Señor Jesucristo] (…) Ahora, sin embargo, en vuestra presencia, Corte Celestial, pese a que veis y sabéis todo de Mí, por el bien del conocimiento y la instrucción de esta desposada mía [Santa Brígida], que no puede percibir lo espiritual sino es por medio de lo físico, Yo declaro mi pesar ante vosotros en relación de los cinco hombres aquí presentes, por ser ellos ofensivos para mí de muchas maneras.
De la misma forma que yo, en una ocasión, incluí a todo el Pueblo israelita en el nombre de Israel en la Ley, ahora mediante estos cinco hombres me refiero a todos en el Mundo. El primer hombre representa al líder de la Iglesia y sus sacerdotes; el segundo, a los laicos corruptos, el tercero a los judíos, el cuarto a los paganos y el quinto a mis amigos.
En lo que a ti respecta, judío, he hecho una excepción con todos los judíos que son cristianos en secreto y que me sirven en Caridad sincera, conforme a la Fe y en sus trabajos perfectos en secreto.
En relación a ti, pagano, he hecho una excepción con todos aquellos que con gusto caminarían por la senda de mis mandamientos si tan solo supieran cómo y si fueran instruidos, los que tratan de poner en práctica todo lo que pueden y de lo que son capaces. Éstos, no serán de ninguna manera sentenciados con vosotros.
>[PRIMER HOMBRE: El Líder de la Iglesia y sus sacerdotes]
Ahora declaro mi disgusto contigo, Cabeza de mi Iglesia, tú que te sientas en mi asiento. Le concedí este asiento a Pedro y a sus sucesores para que se sentaran con una triple dignidad y autoridad: primero, para que pudieran tener el poder de atar y desatar a las almas del pecado; segundo, para que pudieran abrirle el Cielo a los penitentes; tercero, para que cerraran el Cielo a los condenados y a aquellos que me desprecian. Pero tú, que deberías estar absolviendo almas y presentándomelas, eres realmente un asesino de almas. Designé a Pedro como el pastor y el sirviente de mis ovejas, pero tú las disipas y las hieres, eres peor que Lucifer.
Él tenía envidia de Mí y no persiguió matar a nadie más que a Mí, de forma que pudiera él gobernar en mi lugar. Pero tú eres lo peor en que, no sólo me matas al apartarme de ti por tu mal trabajo sino que, también, matas a las almas debido a tu mal ejemplo. Yo redimí almas con mi Sangre y te las encomendé como a un amigo fiable. Pero tú se las devuelvas al Enemigo del que Yo las redimí.
>Eres más injusto que Pilatos. Él tan sólo me condenó a muerte. Pero tú no sólo me condenas como si Yo fuese un pobre hombre indigno, sino que también condenas a las almas de mis elegidos y dejas libres a los culpables.
>Mereces menos misericordia que Judas. Él tan solo me vendió. Pero tú, no solo me vendes a Mí, sino que también vendes a las almas de mis elegidos en base a tu propio provecho y vana reputación.
>Tú eres más abominable que los judíos. Ellos tan sólo crucificaron mi Cuerpo, pero tú crucificaste y castigaste a las almas de mis elegidos para quienes tu maldad y trasgresión son más afiladas que una espada.
Así, puesto que eres como Lucifer, más injusto que Pilatos, menos digno de misericordia que Judas y más abominable que los judíos, mi enfado contigo está justificado.
>[SEGUNDO HOMBRE: Los laicos corruptos].
El Señor dijo al segundo hombre, es decir, al que representa a los laicos:
“Yo creé todas las cosas para tu uso. Tú me diste tu consentimiento a Mí y Yo a ti. Tú me prometiste tu Fe y me juraste que me servirías. Ahora, sin embargo, te has apartado de Mí como alguien que no conoce a Dios [Apostasía]. Te refieres a mis palabras como mentiras y a mis trabajos como carentes de sentido. Tú dices que mi Voluntad y mis Mandamientos son muy duros. Has violado la Fe que prometiste. Has roto tu juramento y has abandonado mi Nombre.
Te has disociado a ti mismo de la compañía de mis santos y te has integrado en la compañía de los demonios, haciéndote socio suyo [Hay leyes diabólicas como el aborto, el matrimonio homosexual,…]. Tú no crees que ninguno merezca alabanza y honor salvo tú mismo.
Consideras difícil todo lo que tiene que ver conmigo y lo que estás obligado a hacer por mí, mientras que las cosas que te gusta hacer son fáciles para ti. Es por esto que mi enfado contigo está justificado, porque tú has quebrado la Fe que me prometiste en el Bautismo y en adelante. Encima, me acusas de mentir sobre el amor que te he mostrado de palabra y de hecho. Dices que Yo era un loco por sufrir”.
>[TERCER HOMBRE: Representante de los judíos]
Al tercer hombre, es decir al representante de los judíos, le dijo: “Yo comencé mi amoroso idilio contigo. Te elegí como mi Pueblo, te libré de la esclavitud, te di Mi Ley, te conduje hasta la Tierra que les había prometido a tus padres y te envié profetas que te consolaran. Después, elegí una Virgen de entre vosotros y tomé de ella Naturaleza Humana. Mi disgusto contigo es que aún rehúsas creer en Mí, diciendo: “Cristo no ha venido todavía sino que tiene que venir”.
>[CUARTO HOMBRE: Representa a los Paganos]
El Señor dijo al cuarto hombre, es decir a los paganos: “Yo te creé y te redimí para que fueras Cristiano. Hice contigo todo el bien. Pero tú eres como alguien que está fuera de sus sentidos, porque no sabes lo que haces. Eres como un ciego, porque no sabes hacia dónde te diriges. Adoras a las criaturas en lugar de al Creador, a la falsedad en lugar de a la verdad. Te arrodillas ante las cosas que son inferiores a ti. Esta es la causa de mi disgusto en relación a ti”.
>[QUINTO HOMBRE: Representa a los amigos de Dios]
Al quinto hombre le dijo: “¡Acércate más, amigo!” Y se dirigió directamente a la Corte Celestial: “Queridos amigos, este amigo mío representa a mis muchos amigos. Él es como un hombre cercado entre los corruptos y mantenido en un duro cautiverio. Cuando dice la verdad le arrojan piedras en la boca. Cuando hace algo bueno, le clavan una lanza en el pecho. ¡Ay, mis amigos y santos! ¿Cómo puedo soportar a esas personas y cuánto tiempo me mantendré con semejante desprecio?”. San Juan Bautista respondió: “Eres como un espejo inmaculado. Vemos y sabemos todas las cosas en Ti como en un espejo, sin necesidad de palabras. Eres la dulzura incomparable en la que saboreamos todo lo bueno. Eres como la más afilada de las espadas y un Juez justo”.
El Señor le respondió: “Amigo mío, lo que has dicho es cierto. Mis elegidos ven toda la Bondad y Justicia en Mí. Aún los espíritus diabólicos lo hacen, aunque no en la luz sino en su propia conciencia. Como un hombre en prisión, que aprendió las letras y aún las conoce cuando se encuentra en la oscuridad y no las ve, los demonios, pese a que no ven mi Justicia a la luz de mi claridad, aún así, conocen y ven en su conciencia. Yo soy como una Espada que corta en dos. Le doy a cada persona lo que él o ella merecen.
II – JUICIO
A) DE S. PEDRO.- Entonces, el Señor agregó, hablando al Bienaventurado Pedro: “Tú eres el fundador de la Fe y de mi Iglesia. Mientras lo escucha mi Ejército, ¡Declara la sentencia de estos cinco hombres!”.
Pedro contestó: “¡Gloria y honor para Ti, Señor, por el Amor que has demostrado a la Tierra! ¡Que toda tu Corte te bendiga, porque Tú nos haces ver y saber en Ti todo lo que es y lo que será! Vemos y sabemos todo en Ti.
-Es verdaderamente justo que el primer hombre, el que se sienta en tu asiento mientras que realiza los hechos de Lucifer, vergonzosamente deba renunciar a ese asiento en el que presumió sentarse y compartir el castigo de Lucifer.
-La sentencia del segundo hombre es que aquél que haya abandonado la Fe debe descender al Infierno con la cabeza abajo y los pies arriba, por haberte despreciado a Ti, que deberías ser su Cabeza y por haberse amado a sí mismo.
-La sentencia del tercero es que no verá Tu rostro y será condenado por su perversidad y avaricia, puesto que los que no creen no merecen contemplar la visión de Ti.
-La sentencia del cuarto es que debería ser encerrado y confinado en la oscuridad, como un hombre fuera de sus sentidos.
-La sentencia del quinto es que deberá serle enviada ayuda”
B) DE CRISTO.- Cuando el Señor oyó esto, respondió: “Prometo por Dios, el Padre, cuya voz oyó Juan el Bautista en el Jordán, que haré justicia a éstos cinco”.
>Después, el Señor continuó, diciendo AL PRIMERO de los cinco hombres: “La espada de mi severidad atravesará tu cuerpo, entrando desde lo alto de tu cabeza y penetrando tan profunda y firmemente que nunca podrá ser sacada. Tu asiento se hundirá como una piedra pesada y no cesará hasta que alcance la parte más baja de las profundidades. Tus dedos, es decir, tus consejeros, arderán en un fuego sulfuroso e inextinguible. Tus brazos, es decir, tus vicarios, que debieran de haber conseguido el beneficio de las almas, pero que en su lugar consiguieron provechos mundanos y honores, serán sentenciados al castigo del que habla David: ‘Que sus hijos queden huérfanos y su mujer viuda, que los extraños le arrebaten su propiedad’. ¿Qué significa ‘su mujer’ sino el alma que ha sido separada de la gloria del Cielo y que quedará viuda de Dios? ‘Sus hijos’, es decir, las virtudes que aparentaron poseer y mi gente sencilla, aquellos que se les sometieron, serán apartados de ellos. Su rango y propiedad caerá en manos de otros, y ellos heredarán la eterna vergüenza en lugar de su rango privilegiado.
Sus mitras se hundirán en el barro del infierno y ellos mismos nunca se levantarán de él. Por ello, lo mismo que el honor y el orgullo que alcanzaron sobre otros aquí en la Tierra, se hundirán en el Infierno tan profundamente, más que los demás, que les será imposible levantarse. Sus extremidades, o sea, todos los sacerdotes aduladores que les secunden, serán separados de ellos y aislados, igual que una pared que se derrumba, en la que no quedará piedra sobre piedra y el cemento ya no se adherirá a las piedras. La Misericordia nunca les llegará, porque mi Amor nunca les calentará ni les repondrá en la Eterna Mansión Celestial. En su lugar, despojados de todo bien, serán eternamente atormentados junto a sus líderes.
>Al SEGUNDO HOMBRE, Yo le digo: Dado que tú no quieres mantenerte en la Fe que me prometiste ni manifestar amor hacia Mí, te enviaré un animal que procederá del torrente impetuoso para devorarte. Y, lo mismo que un torrente siempre corre hacia abajo, así el animal te llevará a las partes más bajas del Infierno. Tan imposible como es para ti viajar corriente arriba contra un torrente impetuoso, igual de difícil será para ti ascender desde el Infierno.
>AL TERCER HOMBRE, le digo: ‘Ya que tú, judío, no quieres creer que Yo ya he venido, por ello, cuando vuelva para el segundo juicio, no me verás en mi Gloria sino en tu conciencia, y comprobarás que todo lo que te dije era Verdad. Entonces ahí quedará que seas castigado como mereces’.
>AL CUARTO HOMBRE, le digo: ‘Como no te has ocupado de creer ni has querido saber, tu propia oscuridad será tu luz y tu corazón será iluminado para que comprendas que mis juicios son verdaderos pero, sin embargo, tú no alcanzarás la luz’.
>AL QUINTO HOMBRE, le digo: ‘Haré tres cosas por ti. Primero, te llenaré internamente de mi calor. Segundo, haré que tu boca sea más fuerte y más firme que cualquier piedra, de modo que las piedras que te arrojen serán rebotadas. Tercero, te armaré con mis armas, de forma que ninguna lanza te dañará sino que todo cederá ante ti como la cera frente al fuego.
Por tanto, ¡Hazte fuerte y resiste como un hombre! Como un soldado que, en la guerra, espera la ayuda de su Señor y lucha mientras le quedan fluidos de vida, así también tú, ¡Mantente firme y lucha! El Señor, tu Dios, Aquél a quien nadie puede resistir, te ayudará. Y, como vosotros sois pocos en número, os daré honor y os convertiré en muchos. Mirad, amigos míos, veis estas cosas y las reconocéis en Mí y, por ello, se mantienen ante mí’. Las palabras que ahora he pronunciado se cumplirán. Aquellos hombres nunca entrarán en mi Reino mientras yo sea el Rey, a menos que enmienden sus caminos. Porque el Cielo no será sino para aquellos que se humillan a sí mismos y hacen penitencia”. Entonces, toda la Corte respondió: “¡Gloria a Ti, Señor Dios, que no tienes Principio ni Fin!”.
A. M. D. G. V. M.
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